jueves, 23 de febrero de 2012

El atomizador prodigioso.

El otro día, mientras trotaba por lo que queda de lo que hace 4 años fue la EXPO 2008, me vino a la memoria un hecho curioso que me sucedió por aquellos días y que creo puede ser edificante recordar aquí, en este momento, por ejemplo.


No recuerdo exactamente si fue antes, durante o después de la muestra internacional, pero el hecho es que, sin duda al amparo de aquel evento, el Heraldo de Aragón obsequió, junto a uno de sus números, un filtro atomizador para fomentar entre sus lectores el ahorro en el consumo de agua. ¡Una gran idea!





Como ciudadano concienciado que soy, me hice con  un ejemplar del periódico antes de que se agotara. Cuando llegué a casa, satisfecho con mi "adquisición",  abrí el sobre promocional y leí atentamente  el folleto en el que se relataban las bondades del pequeño filtro como medio para disminuir el consumo de agua. Además el "kit" incluía una bolsa especial de plástico, de tres litros exactos, creo, para que pudiésemos cuantificar fácilmente y en nuestra propia casa el ahorro conseguido tras el cambio de difusor. "Miel sobre hojuelas", pensé yo. "Así podré enseñarles a mis hijos de una forma experimental y didáctica, la importante contribución que un pequeño gesto  puede suponer para el consumo de agua en una familia, en una ciudad o incluso, a escala global." 


Ya tenía previsto el guión. Tras hacer las mediciones, calcularíamos el porcentaje de ahorro obtenido y después, como ejercicio, les propondría estimar lo que eso supondría si, por ejemplo, la mitad de la población de Zaragoza adoptase una medida similar. También podríamos calcular el ahorro en euros viendo el precio del metro cúbico en la factura del agua. Etc. etc. El asunto se presentaba interesante.

Así, mientras preparaba meticulosamente los materiales para el  experimento, fantaseaba con la idea de que algún día, en un futuro, cuando alguno de mis hijos estuviera enjuagando la maquinilla de afeitar en el lavabo quizá recordaría con una sonrisa  aquel día en que su padre le enseñó como ahorrar agua cambiando una piececilla que se enroscaba en la boca del grifo. Si. Sería probable que ese momento pasase a formar parte de aquellos recuerdos de la infancia que perduran para siempre. Que incluso se transmiten a los nietos. Quien sabe.  

Así que, con la posteridad como perspectiva, y aunque los críos no parecían tan entusiasmados como yo hubiera deseado, empezamos el experimento. Colocamos la bolsa medidora en el grifo de la cocina y cronómetro en mano, medimos el tiempo que tardaba en llenarse. Para ser más cuidadosos repetimos la medida dos veces con idéntico resultado: 8,5 segundos. Perfecto. Ya solo faltaba desenroscar el viejo filtro y roscar el atomizador para volver a medir. Con la ayuda de unos alicates el cambio fue sencillo. El tiempo de llenado fue de 6,2 segundos, tras repetir la medida tres veces y ver que no había errores. 

¡¡FRACASO ABSOLUTO!! corearon mis hijos al unísono. ¡Con el nuevo atomizador el consumo aumentaba un 25%! Adiós eternidad.

En vano intenté justificar el fiasco diciéndoles  que la cal a lo largo de los años habría obturado parcialmente el filtro antiguo, y que por eso..

En fin. Que mi cuento de la lechera, versión medioambiental, acabó tan bruscamente como el original. Y es que los clásicos, nunca pasan de moda.


1 comentario:

  1. Cuando los niños del colegio visitan la Planta Potabilizadora de Barbastro, siempre les enseño como pueden ahorrar en el gasto del agua con pequeños detalles en su vida cotidiana, aún sabiendo que por mucho que ahorren ellos, el camión que riega las calles por la mañana gasta mucha, mucha más agua, que la que ellos van a ahorrar en toda su vida, pero......muchas pequeñas acciones hacen un mucho. Seguramente tu filtro funcionaría, pero haciendo la prueba ya gastas más agua de la que ahorrarás en un año, seguro....jajaja

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