martes, 22 de diciembre de 2020

La Navidad en tiempos de whatsapp

Recuerdo aquellos años en los que recibía en casa alguna felicitación por Navidad. No eran muchas. Quizá cuatro o cinco en los mejores tiempos. Incluso enviábamos alguna nosotros también. Mi mujer solía hacerse cargo. Comprábamos un paquetito de 6, creo, y siempre nos sobraban. Eran de las de Unicef, que costaban un poco más pero valía la pena: acallaban un poquitín tu conciencia durante esos días tan entrañables. 

Con el nuevo siglo y el auge del correo electrónico la cosa empezó a decaer. Nos enviábamos por este medio felicitaciones que se parecían un poco a aquellos christmas pero ya casi no hacía falta añadir ni escribir nada personal. La bomba eran los montajes con música y todo, en los que la familia del felicitante aparecía convertida, por ejemplo, en alegre troupe de duendecillos navideños. Impresionante. Hasta que recibías la quinta de la misma serie y la cosa comenzaba a perder interés.

Pero esto no era nada para lo que estaba por llegar: El whatsapp. La sublimación de la inmediatez. La piedra filosofal de la comunicación interpersonal. ¡Y gratis! Bueno, casi gratis. Solo tienes que  aceptar una serie de cláusulas por las que das acceso a tus datos personales, tus documentos, tus fotos de familia, tus gustos, tus aficiones, tus..., tu alma, en resumen, a una serie de monopolios tecnológicos todopoderosos que harían palidecer al mismísimo gran hermano de Orwell. Pero ese es otro tema. Que me pierdo. Ah si. Que estaba hablando de las felicitaciones de Navidad por whatsapp. 

Las hay de distintas clases, pero las que menos me gustan son las prefabricadas que se reenvían inmoderadamente a través de grupos o de uno en uno.  Cuando recibes una que te gusta solo hay que darle a "reenviar" y elegir a tus víctimas. Nada más. Ya has cumplido. Es tan fácil. Y dentro de estas las hay de muy diversas categorías, desde los simples textos, en general excesivamente edulcorados, pasando por las postales con  mensajes en la misma línea, hasta los vídeos de 60 megas, que nunca suelo abrir. Y todo ello aderezado con mucho espumillón, muñecos de nieve, papanoeles y demás parafernalia. Aunque también abundan las versiones más "zen" con velitas o puestas de sol combinadas con frases ad hoc, y las más piadosas, con angelitos y portales de Belén. Todo muy bonito y muy solidario y muy todo. Y lo mejor de todo: sin que el remitente haya hecho mas esfuerzo que el de darle a "reenviar". Es tan cómodo. 

Felicitación navideña típica de whatsapp. No me suele picar la curiosidad tanto como para abrir a ver qué cuenta.

Llamadme antiguo, pero antes que cualquier mensaje enlatado de esos, prefiero un simple "¡Hola!" escrito de puño y letra. No sé. Cualquier cosa,  pero que sea personal. Y ya si el que te quiere felicitar te hace una llamadita  de teléfono y te dice por ejemplo: "Nada, que como hace tiempo que no hablábamos, te llamo para felicitarte la Navidad y ver qué tal estáis y...". Eso si que se agradece, verdad. 

Pues eso. 

Que... ¡Feliz Navidad!


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