Hace unos días me llamó a la oficina mi hijo pequeño para decirme:
-Papá, tengo una noticia que te va a poner triste.
¿Que ha pasado? - le dije
-Se ha muerto tío Isaac - me dijo algo acongojado.
¡Pobre tío Isaac!
Mis hijos no habían visto nunca al tío Isaac, que en realidad era el tío de mi madre, pero le habían cogido un cariño especial. Su curiosa relación con él empezó el día en que cumplió 100 años, en el 2006. Eso fue toda una noticia, si señor: Un centenario en la familia.
Aunque como he dicho nunca se vieron ni se hablaron, el tío Isaac y su longevidad se convirtieron en una referencia obligada que saltaba a colación con la menor excusa. Además, a partir de esa fecha, cada año le llamabámos por teléfono para felicitarle. Así que el cumpleaños del Tío Isaac se convirtió en un evento familiar más. Aunque lo celebrábamos a distancia, el vivía en Manresa, era para todos un motivo de alegría.
La última vez que hablé con el fue para su 103 cumpleaños, en 2009. Estaba algo duro de oído pero aún cogía el teléfono. Recuerdo que cuando ya nos habíamos despedido, mientras colgaba el auricular, oí como se dirigía a su mujer, mi tía Lola, y le decía con aquella voz enérgica que recordaba su pasado militar -¡Que atento este muchacho!
Se murió el día de Reyes, a sus 104 años, me imagino que con su impecable traje gris, cuando entraba al patio de su casa. Había ido a comer fuera con su familia. Se tropezó en los escalones del patio y ya no volvió a levantarse.
A partir de ahora, cada 6 de enero, cuando se acallen las risas nerviosas y el rasgar de papeles brillantes, estoy seguro de que más de uno volverá a sentir la misma ilusión de siempre, al recordar tu historia, tío Isaac.
Muy bonita la historia.....ojalá pudiésemos llegar a esos años con lucidez...Descanse en Paz.
ResponderEliminarMadre mia 104, eso si que es un ultra trail vital.
ResponderEliminarGracias Fernando y Paco,
ResponderEliminarEs verdad que todos desearíamos llegar a centenarios, por nuestro propio pie.
Saludos.