Esta ha sido mi quinta media maratón (mi tercera del Somontano) y, sin duda, la que me ha resultado más dura de todas, con diferencia. No se si ha sido el calor, la falta de entrenamiento, el exceso de confianza, o, seguramente, una mezcla de estos y otros factores, pero... hacía tiempo que no las pasaba tan canutas.
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Saliendo de Barbastro, todavía frescos . Muchos no imaginábamos lo que nos esperaba. (Foto J. Ribera)
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En la salida nada hacía presagiar lo que me esperaba en las siguientes dos horas. Me junté con mi amigo Antonio e iniciamos la carrera alegremente en medio del pelotón. Antes de llegar al paseo del Coso me di cuenta de que se había quedado algo rezagado y seguí para delante. Estaba claro que el ritmo que llevaba de 5m/km era demasiado rápido y habría que ir aflojando. ¡Y vaya si tendría que aflojar! Al poco de salir de Barbastro me encontré con Javi que llevaba el globo de 1:50 y ya le dije que este año no me veía con fuerzas para seguirle, como hice el año pasado con su primo y con ese mismo globo. Pero lo que no me imaginaba es que me iba a desmoronar completamente y que iba a ser adelantado por la liebre de 1:55 y, ya al llegar a Pozán, por José Mari, que llevaba el globo de las 2:00 horas y que intentó animarme para que me reenganchara a su grupo. Pero nada. A esas alturas yo ya había perdido la capacidad de regular mi ritmo y por supuesto, de incrementarlo. Solo intentaba seguir corriendo y me consolaba la idea de que, cuesta abajo y con algo de sombra, quizá podría llegar a la meta. Ya antes de llegar a Pozán la oscura idea de retirarme había empezado a rondarme de manera insistente.
La bajada no me dio la tregua que necesitaba. Sólo recuperé un poco el resuello con el cuarto de naranja que me dieron en un avituallamiento. De los botellines de agua apenas probaba unos sorbos, y eso que me paraba unos segundos para evitar atragantarme. Antes de llegar a Castillazuelo me emparejé con un corredor que me pareció iba más o menos como yo y empecé a darle palique, entrecortadamente, con la esperanza de tener alguien al lado con quien compartir el tramo final que se me antojaba iba a ser muy duro. Afortunadamente, Juanma, así se llamaba el paciente chico de Tarrasa que me acompañó hasta Barbastro, fue un gran apoyo para mi. La conversación no fue muy fluida, la verdad, pero cuando le balbuceaba - No puedo más. Tira tu Juanma, que yo me quedo- el me decía - Venga! Que ya solo quedan 5 km! ,4.. ,3- Quizá en algún momento intercambiamos el guión. Para animarnos descontábamos el último km, contando que en Barbastro el público nos llevaría hasta la meta de un modo u otro. Veía a lo lejos el Silo y la torre de la Catedral. Me parecía imposible llegar hasta allí. Estaba completamente agotado. Me vino a la mente un
articulillo que escribí antes del verano sobre lo duro que es correr y me dije que lo de que cada zancada pone a prueba tu fuerza de voluntad, no lo había experimentado en serio hasta ese momento. ¡Y lo que me quedaba!
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Aquí con Juanma a punto de encarar el repecho del silo. Aunque parece que no voy mal, en realidad iba ya muy tocado y no se de donde saqué fuerzas para saludar a la cámara. (Foto. J. Latre) |
La temible subida del Silo estuvo a punto de ser la puntilla final. Y eso que justo antes me estaban animando un grupo de amigos arengados por Nathalie a los que casi no pude ni mirar para agradecérselo. Hacia la mitad me puse a dar unos pasos. No podía con mi alma. Suerte que Juanma me dio el último empujón y me hizo volver a trotar. - ¡Venga hombre! ¡Ahora no puedes parar! - Unos metros más de agonía y al final coronamos la subida. El tramo por las calles de Barbastro estaba muy animado, pero casi no pude disfrutar de ese recibimiento, como en anteriores ocasiones. Solo pensaba en que tenía que llegar a la meta como fuera. En el tramo final estaban mi familia y varios amigos. Ni me acerqué a entrechocar sus manos. Sólo podía concentrarme en cruzar la meta. Y al final, ¡La crucé! Con los brazos en alto y totalmente exhausto.
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A solo un par de metros de la linea de meta. La foto no es que esté borrosa. Es que llegué así de hecho polvo. (Foto J. Ribera) |
La marca que hice en esta carrera, está 15 min por encima de la del año pasado. Es mi peor tiempo con diferencia. Pero... os aseguro que es la carrera de la que me siento más orgulloso.