jueves, 13 de agosto de 2015

¿Y si esto de correr... si fuera al final cosa de cobardes?

No quisiera generalizar. Hablo por mí. Los que me conocen saben que nunca he sido precisamente un "echao p'alante". Por eso muchas veces se extrañan de que a alguien como yo, que nunca mostró mucho interés por practicar deporte, le haya dado por echarse a correr. A estas edades.

De cómo empecé en esto ya he hablado de sobra en este blog. De como sigo después de seis años, eso es otra cosa. A veces ni yo mismo lo se. Esta misma mañana por ejemplo, me he levantado a las 6 y me he tirado a la calle. Me ha costado una barbaridad levantarme. Pero al final he hecho de tripas corazón y sin ninguna gana me he puesto las zapatillas, el pantalón, la camiseta y tras beber un par  de vasos de zumo de naranja (el agua no me pasa en ayunas), me he tirado a la calle. Así, a lo loco. Sin preguntarme por qué. Como se hacen las cosas que hay que hacer y punto. 

Visto desde fuera quizá parezca que hay que echarle mucho valor para pegarse semejante madrugón sin obligación ninguna. Pero eso es visto desde fuera. Para mi, que soy un cobardica para correr con calor, es la única alternativa. Como el que se levanta a esa hora para ir al curro. No salta uno de la cama a esas horas por gusto, sino por que no queda otro  remedio. Si no, yo al menos no lo haría. Pero vayamos al meollo. ¿Quien me manda a mi ir a correr tres o cuatro días a la semana durante una hora más o menos? Pues no me manda nadie, pero es que si no hago eso no podré correr la maratón de Zaragoza de este año. Aun no me he apuntado, pero después de año y medio sin participar en ninguna carrera, me apetece intentar superar el reto, como en el 2013. 

Aunque... para ser sincero, lo de la maratón no es más que una excusa. Lo que me obliga realmente a correr es lo bien que me siento después. Puro hedonismo. Un sentimiento poco heroico.  Si no fuera por esa recompensa no correría ni un metro. Desde la primera zancada no dejo de pensar en el super-desayuno que me voy a zampar nada más llegar a casa, en la ducha que me voy a dar después y en lo bien que voy a estar el resto del día. Pero aun hay más.


Dispuesto a echarme a correr.
Otra de las motivaciones que me empujan a correr, sino la principal, es la salud. Y no hablo de que pretenda estar supersanísimo. Hablo de no estar enfermo. Me explico. Si no corriera, aparte de llevar una estricta dieta,  tendría que tomar diariamente varias pastillas. Para la hipertensión y el colesterol seguro, pues aun corriendo siempre estoy al límite. Y muy probablemente también necesitaría algo contra la depresión o la angustia (estas dolencias del alma me acechan siempre). Pero como soy un cobardica, cada vez que  leo las contraindicaciones y los efectos secundarios de los medicamentos correspondientes me acojono y me digo, tío, o corres o ya sabes lo que te espera. Así que mientras pueda, seguiré corriendo. Huyendo como un cobarde de un futuro que tarde o temprano llegará. Pero mientras tenga fuerzas, ¿pies para que os quiero?

4 comentarios:

  1. "Así que mientras pueda, seguiré corriendo. Huyendo como un cobarde de un futuro que tarde o temprano llegará. " sabes que te digo Ramón ? Yo también. Salud y kms

    ResponderEliminar
  2. Estamos "enfermos" amigo, jejejeje...te lo dice un convaleciente.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Fernando!
      Ya tienes tus "100 medias" al alcance de la mano!
      Un abrazo!

      Eliminar