miércoles, 1 de octubre de 2014

4 días en Varsovia

No he estado en Berlín, ni en Viena, ni en Praga. No conozco Atenas ni Estambúl, ni Moscú ni Sarajevo. No soy un viajero empedernido, eso está claro. Pero mira tu por donde que gracias a una de esas carambolas del destino hace una semana se me presentó la ocasión de viajar a Varsovia, ciudad que curiosamente ya conocía de unas vacaciones familiares en 2010. O sea que... para allá que me fui.

Cuando en Zaragoza estábamos a unos 25 grados, en Varsovia hacía un frío que pelaba. No hay más que ver a la gente con plumíferos y bufandas. Aparte de ser completamente de noche a las 7 de la tarde. Un recibimiento poco halagüeño.
Lo bueno de que anocheciera pronto es que al día siguiente a las 6 ya era de día. A eso de las 7 ya estaba totalmente despejado y como tenía tiempo de sobra, para entrar en calor decidí echarme a correr un rato. Afortunadamente el viento había cesado y solo lloviznaba ligeramente. Casi al lado del hotel había un parque en el que me interné buscando esos senderos húmedos tan agradables de trotar. La sorpresa fue que una vez allí, lo que en principio creí un carril-bici, resultó ser un mullido pavimento de tartán. ¡Increíble! Una pista de atletismo perfectamente integrada en el paisaje con sus calles y todo en la recta principal.  
Cuando pienso que en mi pueblo, Barbastro, llevan años y años reivindicando una pista  donde los críos y crías que empiezan en esto del atletismo puedan entrenar decentemente... está claro que en la vieja Europa nos llevan cierta ventaja en algunas cosas.
Como soy bastante proclive a perderme y también para evitar los charcos, me quedé dando vueltas por la pista los dos días que bajé a correr. Una experiencia que no había probado y que en un entorno como aquel, entre robles, castaños y todo ese frondoso verdor propio de  los países del norte, me resultó de lo más gratificante.

Las sesiones de trabajo, de 9 a 4 de la tarde, no dejaban mucho margen para hacer turismo. Entre que llegabas al hotel, te aseabas un poco y demás,  se hacían las 6 y empezaba a oscurecer. Por suerte hice amistad con dos colegas, uno irlandés y otro holandés, que casualmente se llamaban Peter los dos. Los tres juntos  fuimos a cenar un par de noches al "Old town", el centro histórico de la ciudad. Uno de los sitios con más encanto que he visito nunca. Y con el aliciente de que los precios son bastante asequibles en relación con España. 

Plaza central del casco antiguo. Todo el centro histórico fue destruido totalmente durante la II guerra mundial y posteriormente restaurado con  absoluta fidelidad, por lo que fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1980. El lugar es precioso, pero a pesar de las mantas y  estufas no apetecía sentarse fuera.
La tercera noche se organizó una cena "oficial" en un restaurante típico. Como entré un poco despistado tuve que separarme de mis dos colegas, Peter & Peter, y me tocó comparitir una mesa con las siguientes nacionalidades: Chequia, Serbia, Montenegro y Macedonia. Lo más cerca que había estado de un grupo así es cuando veía el festival de Eurovisión. Pero muy bien. Todo gente muy maja. Eso sí, el jamón italiano que nos pusieron "como delicatessen", no valía nada. Pero bueno, tampoco me quejé. Que se le va hacer si por aquellas tierras no saben lo que es un jamón en condiciones.


Ya el viernes, como no teníamos vuelo hasta el sábado por la mañana, tuvimos un rato por la tarde para dar una vuelta por la ciudad nueva. El impresionante edificio de la izquierda,  que sigue siendo el más alto de Polonia con sus 237m, fue un regalo de la URSS a Polonia, por lo que fue poco querido por el pueblo durante mucho tiempo. Hoy se ha consolidado como un símbolo de la ciudad. Desde la planta 30 hice unas cuantas fotos como la de la derecha. A la izquierda se puede ver una tienda de Zara. 
Otra vista de la "Old Town". Cuando se la envié a mi mujer me dijo: ¡hala maño que parece que te vas a arrancar con una jotica!. Si es que los que somos de pueblo...

En resumidas cuentas: si tenéis ocasión, no dudéis en visitar esta ciudad. No os decepcionará. Y el resto del país tampoco.

5 comentarios:

  1. No recuerdas en los Escolapios que estuvimos a punto de ir de viaje con la tuna a Polonia? Al final no hubo nada pero recuerdo cuando nos lo sopló el padre Benito Forcano en clase....

    ResponderEliminar
  2. Ahora que lo dices, si que me suena ese tema. Desde luego hubiera sido una experiencia. Unos críos vestidos de tuno por aquellas tierras, que en aquella época estaban bajo la influencia de la antigua URSS.

    ResponderEliminar
  3. Con tu permiso me guardo las fotos de Varsovia. Si tienes alguna más, sobre todo de la torre y desde ella, me gustaría que me las pasaras. Abrazos

    ResponderEliminar
  4. ¿Pero dónde está esa pista para correr? Vivo acá y siempre busco sitios cercanos para trotar. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Julianek, esa pista está en el parque Romualda Traugutta, justo al lado del Stadion Miejskiego Klubu .
      Un saludo!

      Eliminar