domingo, 30 de octubre de 2011

Una curiosa mañana de carrera.

Después de 10 días contados sin ponerme las zapatillas a causa (o con la excusa) de un catarro persistente, aunque de baja intensidad, aderezado con un tiempo húmedo y desapacible, por fin esta mañana he vuelto a atármelas haciendo uso de mi famoso nudo

Casualmente el jueves pasado me enteré de que este domingo se celebraba la Carrera Popular Ibercaja por La Integración, en su  nada menos que 32º edición. Eran 5 km y la inscripción gratuita. O sea, ideal para hacer una reentré por todo lo alto. Así que me apunté vía web y me imprimí el dorsal. No hace falta chip ni nada pues el carácter de esta carrera está claramente enfocado a la participación masiva y no a la competición.

Total que esta mañana me he levantado a eso de las 6:30, deshorado con el cambio en el reloj de esta noche, y he desayunado con vistas a estar en plena forma al tomar la salida a las 10:00. Aprovechando la paz de esas horas matutinas me he puesto un rato con el inglés para preparar la clase del lunes. La semana es larga pero todos los domingos me suele quedar pendiente más de la mitad de las tareas que nos manda el teacher. No se como me lo monto. El caso es que entre unas cosas y otras me he plantado en las 9:30 sin haber salido a la calle todavía.  Un ligero fallo de previsión, pues mi idea era ir trotando tranquilamente hasta la linea de salida, correr y volver luego de la misma forma. 

Lo curioso del asunto, de ahí el título de la entrada, ha sido que lo del trote de acercamiento se ha convertido en galope tendido habida cuenta que desde mi casa hasta la Plaza Paraíso hay 4,5 km. A menos diez   cruzaba la Plaza del Pilar y encaraba la calle Alfonso como un loco. El garmin marcaba ritmos de 4:40. A mitad de Independencia he mirado el reloj y faltaban 2 minutos. ¡Puedo llegar si no bajo el ritmo! 

Cuando he visto el Corte Inglés me he relajado por fin. Ya habían dado la salida, pero.. ¿Qué importaba? Yo ya había hecho mi carrera. Me he incorporado tranquilamente a los más de 12.000 participantes que avanzaban  en un ambiente de domingo soleado y festivo. Familias con hijos pequeños de la mano, papás o mamás  con bebés en carritos. Mucha gente en sillas de ruedas, con o sin ayuda, jóvenes, mayores. Y yo estaba allí en medio trotando alegre y despreocupado. Hasta he parado a tomar alguna foto.







miércoles, 19 de octubre de 2011

Como atarse los cordones de las zapatillas de forma más segura. Video explicativo

Aunque pueda parecer una chorrada, voy camino de los 50 y hace a penas 4 o 5 años que descubrí esta forma de atarse los cordones de las zapatillas, o zapatos o botas. Desde entonces, no he vuelto a usar nunca el nudo tradicional. 

Este método tiene dos grandes ventajas:

  • El nudo no se deshace solo.
  • Y se desata tan fácilmente como un nudo corriente.


Espero que alguien lo pruebe y le sirva tanto como me ha servido a mi.


domingo, 9 de octubre de 2011

El Alhambra.


Ayer me encontré a mi amigo Jorge paseando por las calles de Barbastro. Los dos nacimos en esta pequeña ciudad de la provincia de Huesca y volvemos a ella casi cada fin de semana desde hace unos años. Aún así no solíamos coincidir demasiado. Las respectivas familias y las familias de nuestras respectivas, hacían que lo de juntarnos para cenar sucediera solo de Pascuas a Ramos. 

Hasta que un día, este verano, se nos ocurrió quedar para almorzar en el Alhambra. Desde entonces, cada vez que coincidimos en el pueblo, una o dos veces al mes, nuestra cita para almorzar el domingo a las 9 de la mañana, es inexcusable. Basta una llamada y todo arreglado. A esta rutina matinal se ha apuntado también nuestro amigo Manuel, al que llamamos Vigo Mortensen o simplemente Vigo, no por el parecido con el apuesto actor, sino por ser gallego del mismo Vigo. Por cierto,  Manuel (Vigo) tiene el mérito de habernos traído el mar a Barbastro.

Esta mañana a los tres habituales se ha añadido mi amigo Antonio, que fue el que me dio el primer empujón para echarme a correr. Sin ir más lejos, ayer al atardecer  subimos trotando juntos a Cregenzán con vistas a preparar debidamente el organismo ante nuestra suculenta cita de hoy. Mientras bajábamos, ya casi de noche, coincidimos en que uno de los mayores alicientes de esto del correr es el hecho de poder dedicarse a este tipo de placeres con mucha mayor frecuencia de lo que sería prudente para una persona mas sedentaria. 

Y ya hablando de placeres gastronómicos: ¿Existe algo mas excelso que un almuerzo a base de huevos fritos con chorizo, o con algún otro manjar derivado del cerdo,  con sus  patatas, su pan recién horneado  y  su vino con gaseosa? Yo lo dudo sinceramente. Y cuando hablo de almuerzo me refiero a esa comida contundente que se hace (preferiblemente a hora temprana) entre la hora del desayuno (ó en vez de este, si uno no ha madrugado en serio) y la hora de comer. 



Naturalmente, el almuerzo del que estamos hablando tiene su razón de ser en la sana costumbre de reponer energías tras varias horas de duro trabajo a fin de poder continuar otras tantas hasta la hora de la comida. Pero no pasa nada. En la mayoría de los sitios donde se sirven almuerzos tienen el buen gusto de no preguntarte si te lo has ganado o no. Eso va por cuenta del cliente.

El caso es que en lo tocante a almuerzos, El Alhambra es el referente absoluto en mi pueblo. De lunes a domingo y siempre antes de mediodía (no se sirven comidas) el sitio es un trasiego constante de personal. Tenderos, hortelanos, comerciantes, bomberos, cazadores, policías, jubilados, moteros, gente de buen llantar en cualquier caso que, entre una propuesta de degustación en el Bulli y la perspectiva de un almuerzo con los amigos en El Alhambra,  no dudaría ni un instante.